lengua-debaManuel Alvar Ezquerra, catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid y miembro correspondiente de la Real Academia Española por Andalucía, falleció el pasado 3 de abril. Una ingente cantidad de publicaciones recogen el trabajo de toda una vida dedicada a la lexicografía (aquí han recopilado las más relevantes). En Iberoamericana/Vervuert tuvimos el privilegio de contar con colaboraciones suyas en Variación lingüística y contacto de lenguas en el mundo hispánico: in memoriam Manuel Alvar (Yolanda Congosto Martín, Elena Méndez García de Paredes, eds) y Etimología e historia en el léxico del español: estudios ofrecidos a José Antonio Pascual (Magister bonus et sapiens) (Mariano Quirós García, José Ramón Carriazo Ruiz, Emma Falque Rey, Marta Sánchez Orense, eds.).

En su recuerdo, les invitamos a leer las bellísimas palabras de su colega Ángel López García-Molins, catedrático de Lingüística General de la Universidad de Valencia, que publicó recientemente en Infoling. Les dejamos un fragmento:

«Siempre he admirado a los lexicógrafos porque soy gramático y nunca ha dejado de sorprenderme el ánimo con el que afrontaban una tarea aparentemente imposible. Se lo decía a Manuel Alvar, que fue amigo mío y con el que compartía una trayectoria generacional muy similar (ambos nacimos en Zaragoza, teníamos la misma edad, habíamos ejercido la docencia en unas cuantas universidades extranjeras y nos habíamos formado con maestros que mantenían un vínculo personal y epistemológico estrecho). Pero él se atrevió con el léxico, nada menos. El reto del léxico es tan abrumador, que, a lo largo del tiempo, el arte ha dominado sobre la ciencia, la lexicografía sobre la lexicología. Hacer un vocabulario es muy trabajoso, pero se puede intentar. Convertirlo en diccionario, implica ya un propósito de exhaustividad que complica mucho la tarea. Sin embargo, mientras nos movamos en el ámbito de la ordenación alfabética de los vocablos –que, desde luego, no es la del diccionario mental que todos tenemos en el cerebro–, se puede intentar. Por eso la lexicografía ha sido siempre un dominio de aficionados: de la misma manera que se coleccionan sellos o monedas, hay personas a las que les gusta coleccionar palabras. No es nada desdeñable, al contrario, los aficionados son bienvenidos porque aportan muchos datos valiosos. Pero el tratamiento de estos datos es tan dificultoso que, así como hay grandes escuelas de filología española en historia de la lengua o en gramática, no las había en lexicografía hasta que apareció Manuel Alvar Ezquerra. Es difícil crear escuela en un país tan cainita como España. Sin embargo, Manuel Alvar lo consiguió, sometiendo la tradición dispersa de repertorios léxicos españoles a un riguroso despojo y a un tratamiento informático de los corpus así obtenidos. Al mismo tiempo, cimentó este trabajo práctico de renovación de la lexicografía española en un sustento teórico consensuado, el cual se articuló desde dos revistas fundamentales, respectivamente teórica y aplicada: Lingüística Española Actual, que dirigía, y Español Actual, en la que colaboraba asiduamente, ambas publicadas por la editorial Arco Libros, verdadero mecenas de la filología española, que nunca podrá agradecer suficientemente a Lidio Nieto su apoyo.»