Comenzamos marzo recomendando una de nuestras novedades procedentes de Portugal, una obra que recoge por primera vez la obra poética de Mário Cesariny (Lisboa, 1923-2006).

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Cesariny, Mário
Poesia
Edição, prefácio e notas Perfecto E. Cuadrado

Lisboa: Assírio & Alvim 2017, 773 pages, tapa dura, ISBN 9789723719666, 
€ 49,00

Nesta edição estão incluídos os livros «Manual de Prestidigitação», «Primavera Autónoma das Estradas», «Pena Capital», «Nobilíssima Visão», «A Cidade Queimada», «O Virgem Negra» e ainda «Outros poemas», conjunto de textos retirados dos livros pelo autor.

Para quienes no lo conozcan aún, se lo presentamos a partir de las palabras del periodista y también poeta Antonio Lucas que, con motivo de su fallecimiento en 2006, publicó la revista Minerva (2007):

[…] Mário Cesariny iba clausurando tertulias y abriendo nuevas formas de guerrilla, que así entendía él sus reuniones. Tras las sesiones incendiarias del Herminius le llegó el turno a los encuentros insurgentes en el Café Gelo, y allí ‘conspiró’ con João Rodríguez, Gonçalo Duarte, Ernesto Sampaio y Ernesto Sebag (poeta de un solo libro fulgurante). Siempre fiel al surrealismo: «Su reflejo está en la poesía de todo el mundo», dijo en una entrevista. «Es un movimiento de libertad a partir del juego de las imágenes, que también se transfieren al arte, no sólo están en la escritura». Habían apostado por la agitación y por continuar viaje a bordo de un rayo invisible por la Lisboa en frío de los años cincuenta y sesenta. Los referentes de Cesariny eran plurales y amplios, desde el simbolismo de Camilo Pesanha al modernismo de Mário de Sá-Carneiro y Amadeo, pasando por las conjunciones simbólicas y oníricas de Vieira da Silva. Es el demiurgo de una tradición dispar, arbitraria en ocasiones, libre, tremendamente libre, del hombre que va conformando su camino y sus referencias para dar voz a esa desobediencia permanente que en su caso era impulso, movimiento, insurrección interior. Sin embargo, a pesar de su extrema dedicación a la plástica, el reconocimiento unánime sólo abraza su obra escrita. No hay duda de que el de Cesariny es uno de los nombres fundacionales de la poesía portuguesa contemporánea, pero en su pintura y ‘derivados’ no ha gozado de la misma complicidad (de la misma aversión necesaria, tampoco). Su insistencia en el arte ha quedado a la deriva de su escritura, casi como un complemento, cuando para él siempre supuso el hermanamiento de los límites, la cicatrización de las obsesiones comunes. Cierto que en su pintura no existe esa medida de la totalidad que tiene su poesía, pero sí es posible detectar esa fecundidad de lo nocturno que necesita su palabra y que nace de ahí; o esa incubación del humor y de la sátira que viene con su empeñada tarea con el ‘collage pictopoético’ (según define Perfecto E. Cuadrado) y el cadáver exquisito, en la frontera de la formulación ortodoxa del juego surrealista, aunque desde la invocación de un lenguaje asimilado con proyección en lo universal. […]