El pasado domingo 4 de junio falleció Juan Goytisolo en la ciudad de Marrakech. Aunque al día siguiente el TT literario de Twitter era Lorca (habría cumplido 119 años), la prensa no dejó de hacerse eco de la noticia y de recordar su figura. Javier Rodríguez Marcos en El País y Rafael Narbona en El Cultural realizaron un repaso a sus hitos literarios y biográficos más relevantes. También algunos autores de nuestra editorial se sumaron con emotivas despedidas en las que recordaban sus encuentros intelectuales. Vicente Luis Mora (El sujeto boscoso, Iberoamericana / Vervuert, 2016) lo contaba en Contexto y Acción (CTXT) y Jorge Carrión en The New York Times. Todos ellos destacan en sus semblanzas cómo el viaje se había convertido en una forma de vida para el escritor y cómo había determinado su prosa al mismo nivel que el tiempo histórico en que se desarrolló. Él mismo ya había dado algunas claves sobre el tema en el documental de la serie Imprescindibles, de la 2 de TVE:
Unos años antes, Jorge Carrión analizó la relación entre el viaje y la prosa del escritor en su estudio Viaje contra espacio. Juan Goytisolo y W. G. Sebald (Iberoamericana / Vervuert, 2009). Recuperamos una de las reflexiones que se pueden encontrar en la obra:
El ámbito de una diáspora. Con múltiples planos paralelos: el idioma sefardí, el erotismo hispanoárabe (reprimido en la península desde el siglo xv), la opresión sistematizadas… El viaje se convierte en la búsqueda personal de conciliación de esos planos dispersos. El contra-espacio de Juan Goytisolo, por tanto, es una ampliación de las fronteras españolas, una configuración simbólica que identifica el horror hispánico con el mediterráneo y que busca las herencias sefarditas en el ámbito de la diáspora. Al espacio de la geografía escolar franquista, aprendido durante la infancia (la patria única según Jean Améry), de fronteras estancas y casticismo, le contrapone un espacio de fronteras líquidas, en la posmodernidad líquida, mestizo, sobre todo mediterráneo, pero también neoyorquino o parisino, según razones que no tienen que ver con la geopolítica, sino con la literatura, la emigración y la solidaridad.
Sin embargo, debe quedar claro que la construcción de ese contra-espacio tiene siempre a España como eje y punto de referencia: como razón de ser; o como deuda pendiente. Incluso un libro como Paisajes de guerra con Chechenia al fondo, en el territorio físico explorado no guarda ningún tipo de relación con la historia española, el territorio literario en que se convierte será contrapunteado con el devenir de lo español —«Iván el Terrible, ensanchó sus fronteras hacia el Este y el Sur en guerra con los tártaros, como Castilla extendió […]» (Chechenia, 107)—. Se podría decir, sin miedo a la hipérbole, que Juan Goytisolo es el más contra-español de los escritores españoles contemporáneos, porque no hay ni un sólo libro suyo que no hable obsesivamente de España y los españoles. Ese libro publicado originalmente en alemán se revela como medular: primera y única exploración unitaria de la Ciudad cavafiana que estaba ya en proceso de descomposición, que se iba a fragmentar en todos y cada uno de sus libros posteriores.