Muy recomendable la lectura del último libro de Eva Illouz Por qué duele el amor. Con la claridad expositiva a la que nos tiene gratamente acostumbrados, arremete de nuevo con el asunto de la configuración de las formas de afectividad anejas a la sociedad moderna. Esta vez trata de dar cuenta de cuál o cuáles son las fuentes de donde surgen la insatisfacción, la infelicidad, la frustración, el dolor en suma, de la forma actual de concebir la experiencia amorosa.

Por qué duele el amor. Una explicación sociológica. Madrid, 2012, Katz / Capital intelectual, 363 p., € 20.90 9788492946471

Para ello hace primero un recorrido histórico y sociológico del referente cultural que es condición de posibilidad del nuestro: el amor romántico, tal y como se entendía en los albores del Capitalismo temprano. Recurre así a la literatura de finales del siglo XIX, donde Edith Wharton o Jane Austen tienen un lugar preferencial, para ejemplificar lo que Illouz llama «mercado matrimonial», como referente polémico de las nuevas experiencias amorosas.
Partiendo de este punto, inicia un análisis sociológico de la experiencia amorosa que pretende explicar sus fundamentos, entendiendo que su causa está vinculada a la reorganización social de la sexualidad, los distintos procesos de elección racional (o no) de pareja, y los modos de reconocimiento del «sí mismo» dentro de los lazos y vínculos afectivos que posibilitan la experiencia del amor y la gestión del deseo.
Éstos, lejos de hundir sus raíces en la configuración del psiquismo, según Illouz, tendrían que ver más con la consolidación de un status normativo que regula una forma de electividad: la que justifica subrepticiamente la relaciones intersubjetivas «legítimas» que conforman pautas de comportamiento productoras de valor simbólico, igualmente legítimo, que demandarían todas aquellas comunidades, producto a su vez, de la formas modernas de producción capitalista. Que el amor romántico a día de hoy es un caso de producción simbólica no sólo paradójico, sino en cierto sentido superado, se delata en que algún cambio ha debido de sufrir nuestra forma de entender el amor, cuando parece que igualmente ha cambiado la manera en que causa dolor.

Eva Illouz

Eva Illouz

Los ámbitos discursivos donde a través del análisis sociológico se hacen patentes tal transformación según Eva Illouz serían:
1) Lo que denomina como ecología y arquitectura de la elección romántica, que apelaría a la ampliación casi inabarcable de opciones disponibles en dominios diversos. Éstos no sólo afectan a los ámbitos estrictamente culturales relacionados con el gusto (por ejemplo el aspecto físico), sino también a que, al menos sobre el papel, las diferencias de clase o raza ya no son ni determinantes, ni excluyentes en el proceso de elección. De esta manera, la desfocalización desmesurada de los criterios de evaluación selectivos se desbaratan, afectando así al ejercicio de la voluntad orientada a pactos interpersonales con vistas a generar compromisos, que no ubican cuál y dónde reside el objeto de lo deseable, y por tanto, de lo optimizable.
2) El surgimiento del campo sexual como una dimensión autónoma de emparejamiento sumamente mercantilizado, y a la par desregularizado. Frente a lo que Illouz llama «mercado matrimonial» donde la elección viene determinada por factores como el status socioeconómico o las diferencias de clase, el «mercado sexual» se rige por criterios mucho menos tangibles o medibles pero sumamente instrumentalizados: belleza, personalidad, encanto…
3) La aparición de unos nuevos modos de reconocimiento que marcan la medida del éxito, ya que al éxito le es intrínseca la capacidad de acumulación de status y valor propio. Así la reorganización de las fuentes de valor introduciría una diferencia de género a la hora de plantear el hecho amoroso, que en el caso de las mujeres giraría en torno a la acumulación de experiencias sentimentales, y en el caso de los hombres en torno a la acumulación de capital sexual. Esa brecha no está supeditada a diferencias psicológicas de orden cognitivo, sino que están vinculadas a la búsqueda de un espacio de intimidad femenino propio, toda vez que se puso en marcha el proceso de emancipación de la mujer vinculado con el feminismo, que sigue confrontado aún con la supremacía de los hombres en la esfera del poder económico.
4) El enfriamiento del deseo y la debilitación de la voluntad. Curiosamente este fenómeno está directamente asociado a la sobreabundancia de electividad, pues debilita la intensidad del deseo, que parece regido por una especie de «economía de la abundancia». Allá donde abundan las posibilidades se amplía la libertad, pero a costa de atenuar el interés en la distintas opciones, por inabarcables, y de hacer de la excepción la norma, por lo que voluntariamente parece cada vez más difícil aceptar un compromiso, que por definición ha de ser generador de reglas.

Estos cuatro puntos son escrupulosamente analizados a lo largo de este texto imprescindible, (aquí sólo se mencionan). Sólo decir, con muchísimo alivio, que Illouz no nos da ninguna receta para ser felices (la ingente producción de autoayuda ya lo hace de sobra). Más bien nos invita a que entendamos cuál es el origen de nuestra infelicidad. El entendimiento como llave de la ecuanimidad.

Éste y otros libros de Eva Illouz en nuestra Librería del CCHS o aquí.