
Hace unos días, el crítico español Ignacio Echeverría comentaba en su columna del suplemento El Cultural, las señales de un cierto estado de insurgencia en el campo de la crítica argentina (“Crítica insurgente”). Hablaba de un relevo generacional, y mencionaba a un puñado de investigadores jóvenes que insisten en “la refutación de los criterios de valoración operantes, el interés por la teoría y la predisposición a conectar el presente con experiencias anteriores a la debacle cultural de los noventa”.
Echeverría partía de una nota de Ezequiel Alemian en el diario argentino Perfil, “Las nuevas voces de la renovación crítica”, es decir, Damián Selci, Juan Mendoza, Sebastián Hernaiz y Cecilia Palmeiro, a quien queremos destacar hoy.
Cecilia Palmeiro publicó el año pasado Desbunde y felicidad. De la cartonera a Perlongher, un libro basado en su tesis de doctorado en Princeton University (2009). El libro sigue un tráfico de lecturas e influencias que van de Perlongher y el Frente de Liberación Homosexual al grupo SOMOS en Brasil, y a actores y prácticas más recientes en Buenos Aires (Belleza y Felicidad, Eloísa Cartonera, Fernanda Laguna, Cecilia Pavón, Gabriela Bejerman, Washington Cucurto, entre otros). Con ocasión de la aparición de este libro el suplemento SOY, del Diario Página12 le hizo una extensa entrevista, que no tiene pierde, y que puedes leer aquí: “Yo soy mi propio puto”.
Ahora queremos recomendarte especialmente su libro, disponible en nuestra librería. (Puedes leer aquí un adelanto, “Belleza y felicidad: girls just wanna have fun”.) Para la ocasión, le pedimos a Cecilia Palmeiro que respondiera a nuestro cuestionario. Otro lujo.

Buenos Aires, 2010, Título, 357 p. ISBN: 9789872639501
¿Podrías mencionar algún libro u obra que te haya marcado como intelectual?
Dos obras me señalaron el camino. La de Walter Benjamin me enseñó el valor político del conocimiento y me dio las armas teóricas para producir una crítica materialista hoy, y la de Néstor Perlongher, que me introdujo en la política del deseo y los potenciales de transformación social de la literatura latinoamericana.
¿Cuál sería exactamente tu campo de estudio y cómo crees que éste se despliega en la actualidad? ¿Podrías indicar líneas, vectores de fuerza, fracturas? ¿Qué libros o autores ocupan qué zonas? ¿Podrías precisar tu mapa mental del campo?
Es difícil delimitar con exactitud un campo que se fuga de sí mismo sin parar, pero creo que se trataría de una crítica de la cultura contemporánea latinoamericana. Trabajo con literatura, prácticas políticas y de producción cultural, orientadas a intervenir en el ámbito vital, produciendo fugas de la subjetividad dominante y ensayando modos experimentales de comunidad. Me sirve pensar la crítica desde los afectos y a escala micro. En este momento me interesa la dinámica del mapeo, la creación de alianzas solidarias y transformadoras, indagando en la relación entre consignas truncas del pasado reciente y sus rescates históricos en el presente: lo que Benjamin llamaba la chance revolucionara de cada presente. Me resulta muy productiva, para pensar cuestiones específicamente latinoamericanas, la relación entre las reflexiones críticas sobre subjetividad, identidad y política producidas en los años 70 y 80 en la Argentina y el Brasil, y el presente de esos debates y prácticas políticas, en los que la literatura, como laboratorio de discursos sociales, tiene un rol fundamental. En particular, en Desbunde y Felicidad estudié la relación entre experiencia, escritura y política en la obra de Néstor Perlongher, yuxtaponiendo su poesía con sus ensayos políticos y antropológicos, y su impacto en el Brasil de la transición democrática (la explosión de las políticas minoritarias y la poesía marginal), y su efecto luego en el campo de la literatura argentina joven de la post crisis de 2001, donde los debates identitarios se ordenaron en relación con la política queer. En el libro leí la aparición de las primeras novelas de jóvenes poetas (Fernanda Laguna, Cecilia Pavón, Gabriela Bejerman, Dani Umpi, Wáshington Cucurto, Alejandro López, Pablo Pérez) como el modo en que esa forma épica puede dar cuenta de los procesos históricos de formación y deformación subjetiva, tema fundamental de Perlongher en adelante.
Ahora, en mi investigación de posdoctorado, estoy ampliando mi estudio sobre la obra de Perlongher estudiando su correspondencia personal desde el exilio, a través de la cual construía alianzas políticas y estéticas latinoamericanas en red (justo antes de que existiera la Red). Compilar y ordenar esa correspondencia que constituye una bambalina fundamental para los debates sobre políticas del deseo y poéticas neobarrocas, preparándola para una edición crítica que saldrá en Mansalva el año próximo, me ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la relación entre tecnología, escritura y experiencia que es clave para pensar nuestro propio presente, y ofrecerá al público un material de enorme valor crítico para la historia intelectual latinoamericana.
¿Con qué obras crees que dialoga tu obra? O, dicho de otro modo, ¿con qué libros te gustaría que dialogara tu libro? ¿Quiénes serían tus interlocutores?
El haber pasado mucho tiempo estudiando en marcos institucionales (la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Princeton) hizo que mi vida se mezclara con mis lecturas y he tenido la suerte de estudiar y dialogar personalmente con una serie de críticos que orientaron mis investigaciones. Desbunde y felicidad fue escrito originalmente como tesis de doctorado, entonces en principio es una larga conversación con mis directores. La obra crítica (la escrita y la oral) de Ricardo Piglia, quien fue mi profesor y director, me resulta fundamental. Jussara Menezes Quadros, mi codirectora, me enseñó las sutilezas de la lógica del deseo. Después están los críticos de quienes aprendo y robo. Jorge Panesi y Ariel Schettini me iluminaron respecto de la relación entre escritura y políticas del cuerpo. Daniel Link, a quien le copio el coraje de arrojarse a lo nuevo. Josefina Ludmer, por el valor de la imaginación especulativa y el riesgo. Italo Morriconi y Heloísa Buarque de Hollanda, cuyos trabajos compelen al análisis de la relación entre la literatura, la crítica de los afectos y la vida, y el impulso de un pasaje a la vida de la escritura. Esos son los críticos de los que más se ha nutrido mi trabajo. Pero por sobre todo, me interesa dialogar con agentes fuera del campo de la crítica. Sobre todo me interesa dialogar con quienes escriben, militan y editan. Con los agentes del campo. En este momento sobre todo me interesa la obra poética de Cecilia Pavón y Fernanda Laguna (recientemente reunidas en respectivos libros, Un hotel con mi nombre y Control o no control, ambos por Mansalva 2012), pero también como agitadoras culturales (fundadoras de la galería y editorial belleza y felicidad y del espacio Tu Rito).
Creo que lo mejor que le ha pasado a mi libro es dialogar con los propios escritores jóvenes. Creo que sus lectores privilegiados son los escritores, estudiantes y críticos de menos de 40 años. Sobre todo, el libro se dirige al futuro, como una consigna pendiente.
¿Participas de alguna plataforma institucional para dar a conocer tu trabajo y conocer el de tus colegas? ¿Consideras que esto potencia o limita tu creatividad?
En términos institucionales, ahora tengo una beca del CONICET, que exige una serie de publicaciones en revistas con referato, y enseño en una Maestría en Estudios Literarios Latinoamericanos (un pionero en el campo) en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. ese es un foro de debate fundamental para mí en este momento. Pero la experiencia colectiva más importante que desarrollo ahora es mi participación en una comunidad artística difusa reunida en torno al espacio artístico Tu Rito. Se trata de un experimento estético desautonomizador que explora los límites del arte, en el sentido de que en Tu Rito, un local en una galería, no se vende obra (no es entonces una galería de arte) sino que se producen las experiencias emancipatorias propias del arte sin la mediación de la obra, y mucho menos la del mercado. Allí es donde dialogo sobre todo con artistas, escritores e intelectuales, en términos no académicos sino vitales. Allí aprendo a llevar la crítica a la vida y a llevar mi trabajo fuera de las aulas y del mundo libresco.
¿Tienes un blog? ¿Nos recomiendas alguno?
No tengo un blog, pero sí consulto algunos sobre literatura, crítica y política. Once Sur, de Cecilia Pavón; Linkillo, de Daniel Link, Anarkoperonismo, Ezequiel Alemian, y Crítica latinoamericana.